viernes, 5 de agosto de 2016

La policía captura en un piso de la calle Arco del Teatro el mayor alijo de cocaína encontrado nunca en la Barcelona de preguerra


                                                         Revista Crónica. 1935
 
 
Hasta la primera guerra mundial, en Barcelona era infrecuente el uso de cocaina con finalidades no terapeúticas (para colocarse, vamos). Algún médico que, al igual que Sigmund Freud,  usaba del tóxico como estimulante, para dormir menos, y pocos la  empleaban  como elemento de diversión.
 
Se inicia la primera guerra mundial y Barcelona se llena de cocottes francesas dispuestas a vaciar los bolsillos de una burguesía catalana que ve en el conflicto una ocasión de enriquecerse. Parisinas que llegan acompañadas de una cajita de polvo blanco que al inhalarla provoca risas. La cocaína se convierte entonces en una sustancia cuyo uso denota elegancia, estar a la última, saber vivir la vida, conocer los ambientes canallas de Barcelona. En fin, todo lo que los corridos de Barcelona quieren aparentar (corrido es el nombre que los barceloneses de antes de la guerra civil dan a la persona que se corre las juergas).

Tras la contienda mundial, el Tratado de Versalles aprueba una serie de medidas para luchar contra el tráfico y uso de drogas, en particular morfina y cocaina. España, en tanto que miembro de la Sociedad de Naciones, organismo creado por acuerdo de los países firmantes del Tratado de Versalles, asume los compromisos aprobados contra el tráfico de drogas y desde entonces, tomar cocaina se convierte en una conducta que bordea lo ilegal lo que para muchos la hace más interesante. En los locales de Barcelona se continua trapicheando con cocaína. Una cocaina, que es de mucha peor calidad que la que se conseguía unos años antes. Para aumentar las ganancias, los pequeños traficantes la cortan con ácido bórico y de vez en cuando con novocaina. Se corta tantas veces que muchas veces lo que se compra apenas lleva trazas de cocaína.

                                                                   Revista Estampa. 1930


Una de las zonas donde hay más traficantes es la zona del barrio chino. Las calles alrededor de Arco del Teatro son lugares donde acude quien quiere comprar la sustancia prohibida. Los travestis de la calles del Cid y Mediodia aparecen con frecuencia en las notas policiacas y en las crónicas periodísticas que dan cuenta de la actividad de los tribunales de justicia como vendedores al menudeo de cocaina. La Francisquita, la Iris, la Canaria... un largo etc de apodos femeninos para los pequeños traficantes detenidos. La cocaina se conoce en el argot como mandanga (mandanga chachi cuando es de mayor calidad) o cocó.
 
  
                                   Opisso. Esquella de la Torratxa. 1927. Sobre los estragos de la cocaína.

Y dicho lo que antecede a modo de introducción, vamos a por la captura del mayor alijo de droga encontrado por la policía en Barcelona antes de la guerra civil.




Septiembre de 1935. En un servicio de los funcionarios de policía Franquero y Laguardia, son detenidos en una taberna de la calle Raulic cuatro miembros de la banda del Malaguita y el dueño del local. El Malaguita es un viejo conocido de la policía y prensa. No pasa año en que no aparezca su nombre como autor de tropelías que lo llevan ante la justicia. Estafador, traficante de droga, denunciado por los hoteleros donde se aloja porque además de no pagar la cuenta del establecimiento, roba la ropa de cama del cuarto... El retrato que me hago de la lectura de las siete u ocho notas de prensa que encuentro sobre sus actividades al margen de la ley, es que se trata de un delincuente de la clase más baja que afana donde puede para ir pasando.

Al parecer, así lo indica el relato policial de lo que sucedió en septiembre de 1935, lidera una banda. Esa condición de jefe de una banda choca con mi impresión de que el Malaguita viene a ocupar uno de los escalones más bajos de la clase de los delincuentes.

Franquero y Laguardia acuden a un figón de la calle Raurich como supuestos comprador y financiador de la compra de una cantidad de cocaina. Malaguita se encuentra, como es usual en su caso, en prisión, y los policías han falsificado su letra y redactado una nota para Francisco Peinado alias Trompito que es el lugarteniente de Malaguita, en la que Malaguita le manda que se les venda a los supuestos compradores una cantidad de droga. Llegados los dos policías al bar donde se ha reunido toda la banda, se identifican como agentes del orden y detienen a los cuatro que encuentran en el establecimiento y de paso al dueño de la taberna al encontrar en el registro que hacen un paquete con treinta cartones de tabaco Lucky adulterado. Es tan cutre la escena que rodea al alijo de la droga, que recuerda al Depa Carel.li del Antaviana de los cuentos de Pere Calders cuando le ofrece a su conciencia un Lucky para demostrar lo rumboso y lo bien que le ha ido en la vida.

Cuenta la policía, y lo recogen todos los periodicos, que “alguien”, en los interrogatorios menciona a un tal Miguel Martinez Martinez, pescadero, que vive en Conde del Asalto. Detenido el pescadero, e interrogado, menciona en sus declaraciones el piso donde vivía antes, en la calle Arco del Teatro, 40. Es allí donde se dirigen los funcionarios de policia y encuentran en una de las habitaciones, tras un tabique, la droga.


Revista Crónica. Entrada al número 40 de la calle Arco del Teatro. Fot: Torrents.



Seis frascos con 500 gr., tres frascos con 250 gr. y doce de 100 gr. de cocaina; 45 frascos con 100 gr. y 6 con 50 gr. de morfina. Una cantidad muy importante que la policía calcula que puesta en la calle hubiese alcanzado un precio de medio millón de pesetas.

                                                 Revista Crónica. Fot: Torrents.


Todo suena algo raro. De la detención de cuatro pequeños delincuentes que querían vender cocaina a los policias, o a lo mejor estafarles ofreciendo ácido bórico a precio de cocaína, pasamos a otra persona de la que desconocemos si tiene relación con los primeros, que conduce a los funcionarios a un lugar donde se encuentra una cantidad importante de droga. Alguien se ha chivado o alguien pide inmunidad para algún delito a cambio de dar información a la policia o es la propia policía la que encuentra lo que antes ha colocado en la habitación.

La prensa ya no dice nada más. No es de extrañar. Se encuentra bajo censura previa gubernativa y en ciertos asuntos se limita a transcribir casi literalmente lo que informa la policía sin entrar en mayores honduras. En las crónica queda como el desmantelamiento de la banda que traficaba con mayor cantidad de droga en Barcelona.



 
Relato de la aprehensión en La Publicidad. 1 de octubre de 1935. El resto de periódicos hace una descripción idéntica a esta que subo, con algún cambio de redacción. Probablemente todos ellos se hayan limitado a transcribir la nota policial.



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