lunes, 30 de marzo de 2015

La Criolla (II). La reina del Barrio Chino.

De vez en cuando,  pero en conjunto  pocas veces,  en la prensa de la época aparecen referencias fugaces a una reina del barrio chino.  Noticias por lo general de altercados en los que ha participado quien ante la policía se identifica con ese título;   algún reportaje de cariz sensacionalista en la prensa madrileña. Algunos  medios de comunicación en los años veinte y treinta del siglo pasado  se sirven del barrio chino de Barcelona  como lugar exótico, al modo de una Casbah  que hubiese surgido en Barcelona y en  donde todo vicio tuviese su asiento. Que alguien se haga llamar reina de esa Corte de los Milagros, les lleva a pergeñar su artículo. 

Son noticias, las que he encontrado sobre la  reina del barrio chino,  que recorren ocho años,  ni siquiera queda claro  que  traten siempre de la misma persona.  Hay dos fotos del año treinta de Casas i Galobardes  donde una de las mujeres que aparece es señalada como la tal reina, hay un nombre que varía según  la reseña,   apellidos diferentes. Muchas veces, la noticia  señala tan solo que ha sido detenida de nuevo  la reina del barrio chino. No aparece nombre, apellidos ni fotografía.  Solo el título.

                                   Casas i Galobardes. ANC. 1930. La reina es la mujer de la izquierda.
 

                                                           Casas i Galobardes. ANC. 1930


Los primeros años de su reinado, cuando da su nombre a la policía,  lo que  no es frecuente, se identifica   como Maria de la Paz Guerrero o Herrero.  A veces solo como Maruja. En el año 1935,  y no sabemos si es la misma de años anteriores  que ha mudado el nombre quizá para confundir a la policía,  o se trata de su sucesora  o hay dos reinas que se disputan el trono, el nombre que aparece en alguna ocasión  es Antonia Rodríguez.   

Antonia Rodríguez, o María de la Paz Guerrero, o Herrero,    llega a ser conocida y aceptada por  gentes del barrio como reina.   Ya no es solo ella, o la prensa o el círculo de sus amigos quienes  la reconocen  envestida con el título. En la última noticia que conozco, de mayo de 1935, al ser detenida  se acercaron a la comisaria personas que se interesaron por la libertad de su reina y permanecieron esperando acontecimientos alrededor del centro policial. Una vez trasladada a la prisión, esas personas la despidieron con un aplauso.

                                                                                 ABC - 15 de mayo de 1935

 

Que en un lugar como  el barrio chino haya alguien a quien se conoce como reina,  podría significar que  hay una cierta conciencia de clase en el lugar. De la clase de los desclasados y marginados. Un patio de Monipodio que se reconoce como tal y elige a su reina.

Nadie sabe  como  fue que se instauró la monarquía en el barrio chino y en qué ceremonias se asentó la coronación.  Puede que tuviera  algo que ver  el estreno en el año 1927 de la zarzuela “La Reina del Barrio Chino” en el Teatro Apolo.  Es posible que la obra inspirase a alguien un destino.


                                                          Teatro Apolo. Septiembre de 1927



Ese alguien, que quizá se llamase en verdad María de la Paz Guerrero,   un día, no mucho después del estreno teatral aparecería  como una reina  armada con una pinta de cerveza y colgada de morfina tras ser expulsada de cualquier bar de la calle Mediodía,  una taberna que operaría en ella como un saco amniótico  oscuro y cálido donde  se gestaría su destino.   Como aquellas diosas que surgen de la cabeza de su padre en el estado que conservarán  durante toda la eternidad  y son el origen de dinastías monásticas.  Y los  delincuentes, borrachos, drogadictos, travestidos, timadores, prostitutas y demás miembros de la Corte de los Milagros celebrarían el acontecimiento. Ya tenían su reina.
 
Una reina prostituta  que con frecuencia se veía envuelta en episodios donde alguien perdía algo y ese algo iba a parar a uno de sus bolsillos. De preferencia joyas.  Una reina que no se arredraba ante nada y que en una ocasión, detenida tras apuñalar de gravedad a un marinero, mostró las 27 cicatrices que llevaba en el cuerpo, recuerdo de otras tantas refriegas.


                                                             Heraldo de Madrid. 21.02.1931


Tampoco sabe nadie cuando desapareció.   Llegó la guerra civil, o el ambiente se llenó de presagios de la llegada de peores tiempos,   y  la reina en su forma de Maruja o Antonia o cualquiera de sus avatares desapareció, quizá en busca de otros humanos con los que emborracharse y pelearse y fornicar sin medida.  Desde mediados  de 1935 no tenemos más noticias. 


Cuenta Paco Vilar en su libro sobre el barrio chino que María de la Paz era una chica de buena familia, de origen mallorquín que decidió trocar su vida plácida y aburrida por otra en Barcelona con los ladrones reconociendo su majestad. Tras la guerra civil, sigue Paco Vilar, enferma y muy envejecida, arrastraba sus miserias por el barrio pero ya no era noticia.


En una crónica sobre la estancia en Barcelona de Douglas Fairbanks padre e hijo (acompañados ambos de la condesa  Sermonetta, dama de honor de la reina de Italia  y probable beneficiaria a título nocturno de su amistad con los Fairbanks) que publicó la revista Mirador  ( 29.3.34),  se nos cuenta la visita que hacen a la Criolla y que en la revista que presenciaron en el local actuó la reina del barrio chino cantando el cuplé La Cocaína. Me parece poco verosímil que Maruja o Antonia fuesen capaces de cantar nada. Sus hábitos vitales eran poco compatibles con tener una voz que le permitiera emitir sonidos  más allá del grito,  la voz afónica o la risa áspera.  Pero todo puede ser.

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Edito (Noviembre de 2016)


- Encuentro una noticia de la reina del barrio chino en La Humanitat, el órgano de prensa de ERC.  De fecha 24 de abril de 1936, casi un año posterior a la fecha de lo último que conocía de ella.  En un "ataque de alcoholismo agudo", la reina se autolesionó. Fue conducida al dispensario de la calle Barbará con heridas en el pecho y en el cuello producidas por un cuchillo.



- Una foto, de mala calidad, muy mala calidad, encontrada en el número de fecha 16 de diciembre de 1935 del periódico Ultima Hora.  Aparece el transformista La Claveles en un cabaret de la Rambla Santa Mónica, parodiando a la reina del barrio chino.




 
- Apuntalando mi suposición de que el título procediera de la zarzuela que se representó en el Teatro Apolo en 1927,  en esa línea se expresa Maruja en una entrevista que le hacen en diciembre de 1935. Alguien la llevó a ver la obra y durante la representación se dio ella cuenta de que allí se contaba su vida y la de quien en aquel momento era su pareja, El Zurdo. Vamos,  una epifanía que marcó su vida a partir de aquel momento. 




 

                                                          Ultima Hora - 16 de diciembre de 1935.
 

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Reedito (Marzo de 2017)

Una noticia de la reina del barrio chino, donde da muestras sobradas de su dominio de la dialéctica y de conocimiento de la naturaleza humana. Detenida tras ser acusada de robar 100 pta de la cartera que llevaba en el bolsillo un individuo, Maruja responde que no solo no conoce de nada al denunciante sino que está convencida de que esa persona que la ha denunciado jamás ha tenido 100 pta  para  poner en la cartera.

                                                         Ultima Hora - 14 de diciembre de 1935.

miércoles, 25 de marzo de 2015

La Criolla (I). Antes de La Criolla






                                                              La Criolla, Calle del Cid, 10.


La calle del Cid es una pequeña travesía  entre el Paralelo y la avenida de les Drassanes. Los arquitectos municipales le han dado la función de ser el acomodo de las traseras de algunos  edificios públicos. Lugar de paso para la gente del barrio donde a veces se demora algún yonki que hace tiempo mientras no le atienden en el centro de toxicomanías que hay en el baluarte de  la muralla de les Drassanes.
Apenas dos edificios dan a la calle. Uno es el  señalado con el  número 10. No es un edificio antiguo, aunque si viejo,  con seguridad no tendrá más allá de setenta años. Una casa barata sin el menor interés excepto uno, la numeración que le adjudica el ayuntamiento. 

Hace años, el número diez de la calle del Cid albergó una sala de fiestas que puso a Barcelona en el imaginario mundial.  Douglas Fairbanks jr,  putero redomado  pudo decir del barrio chino de Barcelona que conocía sobre todo por sus visitas a La Criolla:  "No he visto una cosa parecida, ni en Saigón, ni en Shangai, ni en Port Said, en ningún lugar".   No es el de ahora el  mismo edificio de La Criolla. Los bombardeos que sufrió Barcelona en el año 1938,  destruyeron el edificio  y otros muchos.  El número diez  que hay ahora es un edificio construido  más tarde.  




                                                     Carnaval en La Criolla en los años treinta


Para encontrar algo en la calle que  pueda relacionarse con el periodo de La Criolla,  es preferible la acera de enfrente,  el edificio entre Perecams, Portal de Santa Madrona y Cid . Al menos en  este último, el arquitecto diseñó unas ventanas que son un remedo de las que había en el edificio de La Criolla.   La Criolla, un antiguo edificio fabril  reciclado  en sala de fiestas del que el barrio solo guarda el recuerdo, tan leve que es casi inapreciable, de las ventanas del edificio.


                                                                    La Criolla por Bon. 



Me remonto a unas décadas antes de la aparición de La Criolla. El número diez de la calle del Cid tiene otro motivo de interés,  incluso más alto que el de ser  albergue de La Criolla. En el edificio se instaló la primera central eléctrica de España.   Así como apenas nada en la calle nos evoca La Criolla y aún eso solo si hacemos un esfuerzo con la imaginación,  tampoco nadie se ha preocupado por indicar al transeúnte  que desde este lugar se llevó por primera vez electricidad a una zona de Barcelona. Ni una simple placa, ni una señal.  El Ayuntamiento prefiere financiar  truños como lo que ahora  exhibe  el Macba,  del que el ayuntamiento de Barcelona es miembro principal de su patronato y uno de los que pagan las facturas de la entidad, esa cosa que remeda al anterior rey de España siendo enculado por una mujer, antes que colocar una humilde placa que  indique  que desde aquí, el número 10 de la calle del Cid,  por primera vez llegó la luz a la ciudad.  

Recordemos. En 1881, se fundó la Sociedad Española de Electricidad, la primera empresa eléctrica de España, con la finalidad de proporcionar alumbrado a las calles y  energía eléctrica a fábricas y comercios.   


Según L'Electricien,  esta empresa era la sexta creada en el mundo (junto a similares en Londres, Berlín, San Petersburgo, Chicago y Nueva York) . Garcia de la Infanta (1986). Primeros pasos de la luz eléctrica en Madrid y otros acontecimientos. Ediciones Fondo natural, Madrid.


La empresa instaló su primera central eléctrica en la calle Cid 10, en los locales de lo que había sido una antigua fábrica de hilados.   En esa aurora industrial de los inicios de la electricidad industrial. la Sociedad Española de Electricidad fue la sexta empresa que se constituyó en el mundo con la finalidad de proporcionar energía eléctrica a las empresas  (y  primera de España) y estaba ubicada en Barcelona, en la calle del Cid, donde años más tarde  estará La Criolla. Y nuestro ayuntamiento cazando moscas. La potencia inicial era de 140 CV. A los pocos meses la capacidad instalada superaba los 1200 CV.     





El conductor que salía de la calle del Cid, descendía por Peracamps y en Portal de Santa Madrona iba a buscar las Ramblas. De allí, salían ramales que atravesaban Conde del Asalto, San Pablo, Fernando y llegaba a la Plaza de Cataluña. 







 El 28 de septiembre de 1882, por primera vez en España,  y gracias a la energía generada en la central,   hubo alumbrado eléctrico en una calle de la ciudad, en el Paseo de Colón. De allí se fueron instalando farolas por todas las Ramblas hasta llegar a Plaza Cataluña.  
Las instalaciones de la calle del Cid se quedaron pequeñas y   la Sociedad Española de Electricidad construyó  una central en lo que se conocía como Hortes de Sant Bertran, entre Paralelo, Vila-Vila, Cabanes y Mata.  En 1888, la sociedad decidió cerrar las instalaciones de la calle del Cid y  pasar toda su capacidad productiva a la central de las Hortes de Sant Bertran.   




¿Qué había en Cid 10 antes de la instalación de la central eléctrica? El edificio se construye poco antes de 1846, año  en que se conoce la petición de un tal Pere Arnau al Ayuntamiento de Barcelona para aumentar la potencia  de la maquinaria de la fábrica que tenía instalada en el inmueble  y que estaba dedicada a tejídos. Posteriormente pasaría por distintos arrendatarios.  Conocemos un croquis de la fachada principal,  con cinco niveles de altura y nueve aberturas en cada nivel con  forma de ventana en arco apuntado, estructura externa que se mantendría a lo largo de toda la existencia del edificio.






Una vez cerrada la central eléctrica  y hasta la apertura  de la Criolla en el año 1925,  apenas hay noticias sobre el edificio salvo en la sección de sucesos de la prensa.   El 7 de febrero de 1908, la fábrica de mantas de los hermanos Pascuet  sufre un incendio que las crónicas califican de pavoroso.   Se incendian los almacenes y se derrumban los pisos. Se pierde todo el género almacenado. Por suerte, también se nos informa que la fábrica estaba asegurada por tres compañías extranjeras.


Es de suponer que fue entonces cuando  los pisos altos se habilitaron como lugar para dormir. En Sangre en Atarazanas, Francisco Madrid escribía:  “el dueño la ha industrializado. Las enormes naves de los pisos superiores las ha convertido en piezas. Cada pieza es un piso. En estas piezas hay de todo: la cocina, el comedor, la alcoba. On bastante grandes y viven en ellas familias murcianas, cartageneras, andaluzas y gitanas”.



El 28 octubre 1920, el ayuntamiento  autoriza a Valenti Gabarro, propietario del edificio, a modificar tres aberturas.  Este Valentí Gabarro aparecerá ya con regularidad en relación a la historia posterior del edificio y La Criolla.  Pero esto ya es tarea para próximos capítulos. 




lunes, 23 de marzo de 2015

El carro blindado del Ayuntamiento de Barcelona y la explosión de una bomba en la Rambla de Santa Mónica.



El 28 de junio de 1910, a las 18:30, el aprendiz de una imprenta situada en el vestíbulo de la casa con el número 17 de  la calle Conde del Asalto, advierte la presencia de un objeto que le parece sospechoso  en el rellano de la escalera, justo al lado de la puerta vidriera del despacho de la imprenta. Es Barcelona a principios de siglo, un objeto sospechoso puede ser una bomba.  Se llama a la policía que examina un saco dentro del cual hay una caja de 25x10x15 cm con una tapa fijada con pernos al resto de la caja, y  de un peso aproximado de 5 kg. Todo ello aumenta la impresión de que puede tratarse de un artefacto explosivo.  




 ¿Qué  protocolo  se seguía  cuando en una zona habitada, se encontraba un objeto  sospechoso de ser una bomba?.

En 1906, el departamento de Gobernación del ayuntamiento de Barcelona  aprobó  una partida para que el municipio dispusiera de  un carro blindado “del mismo modo que lo tienen en Paris” Una vez que fue construido y probado,  las bombas u objetos  sospechosos de serlo,  se depositaban en el mismo y se trasladaban al Camp de la Bota donde se colocaba en un mortero que tenían los militares y se hacía explotar.

                                             


       1908 - Explosión de una bomba en un mortero en el Camp de la Bota (por la vía de Emilio Bcn)


En este caso,  con una posible bomba dentro de un inmueble de la calle Conde del Asalto, el carro blindado llega al lugar a la hora del  hallazgo por el aprendiz.   Se trata de un carro de cuatro ruedas que soporta una caja metálica donde ha de depositarse la bomba y tirado por dos caballos que conducen policías al pescante. 

Mientras,  otros policías  andan porfiando para apartar a los viandantes que pugnan por ver el lugar donde se encuentra la supuesta bomba.  Con poco resultado. Ese comportamiento despreocupado de los barceloneses, prefiriendo satisfacer su curiosidad antes que retirarse a una distancia prudencial  a salvo de la posible explosión,  no es nuevo. Pocos meses antes se había descubierto una bomba en el Café del Circo Español, y mientras llega el carro blindado nadie quiere desalojar el recinto.  Y no es por desconocimiento de los efectos  de una bomba. Si alguna ciudad conoce los estragos que produce su estallido, esa es Barcelona en donde desde hace años  se convive con las bombas y sus efectos.  

Uno de los observadores se presta a trasladar la bomba del rellano de la escalera al interior del cubículo blindado. En este caso, se ofreció voluntario el policía del puerto encargado del manejo del bote automóvil que casualmente se encontraba allí.  Las crónicas periodísticas relatan una y otra vez, como tras ser descubierto un posible artefacto explosivo es un voluntario quien se presta a colocar el objeto dentro de la caja del carro blindado.  Y esta es una conducta que desde la distancia histórica resulta curiosa.  Los policías que conducen el carro no deben de tener la obligación de retirar el artefacto y se abstienen de ponerse en riesgo más allá del que supone el traslado de la bomba  porque en las noticias de prensa  se repite el hecho de que el objeto sospechoso se coloca en el carro por un voluntario al que se recompensa con una cantidad en metálico.

Una vez colocado el objeto dentro de la cubierta metálica, suben al  pescante los dos policías que conducen el carro, más el policía del puerto que ha recogido la bomba, quien se ofrece para acompañarles y se acomoda asimismo en el pescante.  No era sencillo el camino y transcurría por caminos embarrados donde con frecuencia se encallaban las ruedas del carro. 

Este que lleva una bomba el día 28 de junio de 1910, no es  el primer carro blindado de la ciudad, aquel que se presupuestó en 1906.  Hacía un mes escaso,  a finales de mayo, que  había quedado destrozado uno al estallar la bomba que transportaba, una bomba recogida en La Bombilla de la calle San Pablo.  En  julio de 1909, otro objeto recogido en el Café del Circo Español, al pasar por la zona del cementerio viejo camino del Camp de la Bota,  explotó por el traqueteo que provocaron en el carro los grandes baches del camino,  incendiando la parte acolchada de la caja blindada y destrozando el carro. 

Los caminos eran malos, transcurrían por caminos que aumentaban el riesgo de explosión y una vez llegados al castillo del Camp de la Bota podían encontrarse los policías municipales con que los militares se negaran a descargar el artefacto.

Así sucedió a principios de enero de 1908, con una bomba recogida en la calle de Robador. En este traslado, salvo que no explotó la bomba durante la conducción, todo fue mal.  En lugar de enfilar por el camino del cementerio viejo, los policías se dirigieron al Camp de la Bota por la barriada de Pueblo Nuevo por temer que las últimas lluvias hubiesen hecho impracticable el camino usual. Al llegar a la riera de Horta, el carro se hundió hasta el eje en el lecho de la riera y hubo que requerir la ayuda de los serenos para enderezarlo.  Debió de ser cansado el trajín de desatascar el carro porque los policías decidieron dormir antes de ingresar en el Camp de la Bota, así que dejaron el carro y su bomba en la Plaza Constitución de San Martín mientras ellos se acostaban.  En su descargo hay que decir que durante  horas estuvieron llamando al Gobierno Civil para comunicar la circunstancia, sin que nadie recogiera la llamada. Por la mañana, llegaron al castillo del Camp de la Bota  donde los militares se negaron a descargar el artefacto.  Fue informado, ahora sí, el gobernador civil,  a quien  el comandante de artillería del castillo le informó en llamada telefónica, que no podía ordenar a un soldado  que tomara una acción que no era un servicio de guerra. Por mis cojones.   Muchas horas más tarde de que hubiese dado inicio la conducción de la bomba, tuvo que desplazarse desde el ayuntamiento un guardia municipal para tal menester.   Aquel mismo día hubo otra amenaza de bomba y quedó patente la dificultad de desplazar un carro de un lugar a otro, por caminos deteriorados  y embarrados.

En este caso, el carro llegó a las Ramblas  y se dirigió al Paseo de Colón. Una vez a la altura del cuartel de Atarazanas, más o menos donde ahora está la comandancia de marina, el objeto explotó con tan fuerte impacto que destrozó el carro, proyectando  a la altura de un segundo piso a los tres policías del pescante. No solo quedaron heridos los policías,  la explosión lesionó  a varios militares del cercano cuartel y a algunos transeúntes. Una explosión de tal intensidad que  se oyó en toda Barcelona. 








Cuando llegaron a socorrerles, en el suelo, aparte de los caballos y restos del carro, había 8 personas heridas. Uno de ellos,  Abelardo Salvador,  un joven que esperaba la llegada de un tranvía,  sufre heridas de la mayor gravedad, por lo que a brazos de algunos es trasladado a la casa de socorro que se encuentra en el Paseo de Colón, frente al edificio de Correos, más o menos donde ahora se encuentra la escultura de Roy Lichtenstein.  Al poco de llegar fallece. Tres militares heridos son tratados de urgencias en el dispensario de los cuarteles de Atarazanas y trasladados al Hospital Militar que se encontraba en la calle Tallers en lo que ahora es la Plaza Castilla.

El resto es atendido en la casa de socorro del distrito de Atarazanas que se encontraba en la calle de Barbará.







Abelardo Salvador, el civil que falleció a causa de la explosión,  mientras esperaba el tranvía que debía llevarle a casa de un tío suyo que vivía en la barriada de Gracia donde estaba invitado a cenar, era un joven de 22 años, natural de Real de Montroy de Valencia de donde se había trasladado a Barcelona para trabajar como administrativo. Vivía de huésped  en un piso de   la calle del Carmen y tenía aficiones literarias, habiendo escrito varios poemas y ganado algún certamen literario. Trabajaba como administrativo en una fábrica de harinas. 





Del análisis pericial de los restos del artefacto explosivo, se llega a la conclusión de que tendría la forma de una cazuela de 25 cm de diámetro por 12 a 14 de alto, cerrado por una tapa sujeta por gruesos tornillos. Tales características, llevan a suponer  a la policía que se había fabricado en un taller de fundición. El gobernador civil de la provincia, sr. Buenaventura Muñoz y Rodriguez ofreció una recompensa a quien proporcionase información que pudiese llevar a la detención de los responsables de la explosión. 100.000 ptas nada menos. Sin resultado positivo.   


                                                              Buenaventura Muñóz y Rodríguez

Los periódicos coincidieron en señalar como responsable de la extrema virulencia de la explosión a la circunstancia de que la caja blindada no estaba construida del modo más adecuado, no permitiendo disipar los gases  lo que potenciaba  los efectos de la bomba que estallase. Y de  inmediato se da el nombre de  uno de los responsables de que la explosión de la bomba haya causado tantos estragos.  El ingeniero jefe de la Inspección Industrial, señor Clavé, a quien le fue encomendada la construcción de un nuevo carro blindado al quedar incendiado el anterior hacía un mes  y que dio salida a la petición a los pocos días.


El ingeniero se excusa diciendo que el carro reunía las condiciones de blindaje y fortaleza precisa, pero que en este caso la bomba fue más potente de lo usual.  Las cartas a los periódicos que dirigen ingenieros coinciden en considerar que si la caja blindada hubiese sido construida de otro modo, con láminas que permitiesen disipar el efecto de los gases, la explosión no hubiese tenido el efecto devastador que todos lamentan. Esos mismos ingenieros se ofrecen para construir un nuevo carro.
Se solicita de la autoridad militar que designe a alguna persona del ejército con especiales conocimientos de explosivos para que no vuelva  a suceder que una nueva explosión cause tales percances. En la prensa, ingenieros civiles se ofrecen para construir un nuevo carro.

Al mes de la explosión, se celebra una velada en memoria de Abelardo Salvador en los locales que la Unión Familiar tenía en la calle Conde del Asalto 26,  donde intervino el Orfeó Barcelonés y se puso en escena la obra “Com el jonch” original del malogrado joven.

Poco después, en la sesión ordinaria del Ayuntamiento de Barcelona del 1 de septiembre de 1910, uno de los concejales solicita que el ayuntamiento exprese su gratitud a la Universidad Industrial por haber cedido uno de sus patios a los efectos de hacer pruebas sobre un nuevo carro.


Hay una foto en el Arxiu Municipal de Barcelona del año 1910 de un carro blindado que es posible que se trate del nuevo carro construido tras la destrucción .  En el interior de la caja se aprecian las láminas que los ingenieros que se expresan en la prensa señalaban como necesarias para minimizar el efecto expansivo de los gases. 


domingo, 15 de marzo de 2015

Los alemanes y la calle Mediodia.



En su crónica desde Berlín  del día 5 de enero de 1933,  Augusto Assia  escribía que en Alemania se calculaba en dos millones de personas las que en aquellos días vagabundeaban por el país, sin trabajo, sin recursos, saltando de una ciudad a otra, buscando encontrar un medio de ganarse la vida.

Varios miles de esos alemanes con pocos recursos habían emigrado a España, sobre todo a Barcelona. Un número que aumentó  tras el nombramiento de Hitler como canciller  a finales de aquel mes de enero. La nueva oleada la formaban, aparte de  vagabundos, personas de los partidos de izquierda y judíos. 

Durante esos mismos años treinta del pasado siglo,   en las memorias de personas que durante aquel tiempo conocieron  Barcelona,  aparecen con cierta frecuencia  establecimientos de la calle Mediodía que son refugio y punto de encuentro de  algunos de los alemanes que llegan a Barcelona.  También se rastrea la presencia de estos establecimientos de la calle Mediodía  en noticias de prensa,    - noticias de sucesos, los locales son de condición tan mísera que tan solo dan señales de vida en la prensa cuando  en ellos sucede un percance-. Del mismo modo,  nos tropezamos con esos locales en investigaciones históricas que se interesan por la zona del barrio chino. 

Son  dos o tres locales,  no lo tengo claro.  Puede que solo uno. Casa o casas de dormir, albergue, fonda, bar.  Uno de ellos puede haber sido un albergue financiado por el consulado alemán. En otro, a lo mejor el mismo, se reúnen los anarquistas alemanes del grupo DAS.

Cuelgo el hilo como work in progress, a la espera de conseguir más datos.

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Bar Scandinavia. Es el local que con más frecuencia emerge de las crónicas.  Cuando se dan  datos sobre su dirección, se coincide en señalar que se encontraba en el número 16 de la calle Mediodía. Pero quienes dan los datos de localización no indican de donde obtienen este;  no se puede descartar  que unos  hayan copiado a otros.   Un apunte señala a Käthe Goedel-Römer, nacida en Zurich como la dueña del establecimiento desde principios de los años veinte. En otras se dice que trabaja en el bar.  Y aparece el nombre de Ingwald Inlæken como encargado del bar; es posible que Ingwald y Käthe viviesen como  pareja. Excepto por esa referencia a los años veinte en relación a Kathe Goedel  [en: Grupo de trabajo de los Gimenólogos (http://gimenologues.org/spip.php?article205)]  , el resto de informaciones del Scandinavia son posteriores al inicio de la guerra civil.






Relacionados con el Bar Scandinavia, aparecen las siguientes personas:


-Heinz Rosenstein. Nacido en 1904 en Stettin. Ingeniero. Llegó a Barcelona procedente de Amsterdam a finales de 1935. Formó parte del Comité de Ayuda a los Judíos de Barcelona. Acudía con frecuencia al bar Scandinavia donde se reunía con miembros del DAS (Deutsche Anarcho-Syndicalisten).  En  El exilio judeoasquenazí en Barcelona (1933 -1945) .  Un rompecabezas  que pide ser esclarecido. Manu VALENTÍN. En nota a pie de página  se indica que el Scandinavia estaba en la calle Mediodía 16.




-Torben Rune, danés. […] “Nos sentamos en el bar Escandinavia, en la zona del puerto. Era un lugar muy sucio y mugriento, pero tampoco teníamos dinero y no podíamos aspirar a nada mejor. Además, existía la posibilidad de embarcarse como polizón [Torben había desertado del frente de Aragón donde formaba parte de la batería antiaérea de la brigada Thaelman].
Al cabo de diez minutos aparecieron soldados y más soldados: estábamos en medio de una redada. Nos detuvieron y nos trasladaron a la sede de las brigadas en Barcelona, en el barrio de Horta. Nos interrogaron y rápidamente nos trasladaron en camión a Castelldefels, a unos veinticinco kilómetros de Barcelona. Allí teníamos los brigadistas nuestra prisión”.
En: Las Brigadas Internacionales (Guerra Civil Española 1936.1939). Su paso y estancia en Cataluña.  Manuel González Moreno-Navarro. PPU – Barcelona 2009).





- Karl Romoser. Muerto accidentalmente de una bala perdida en el Bar Scandinavia en abril de 1938 en una riña entre miembros de las Brigadas Internacionales.   Otto Brunner, comandante de las Brigadas Internacionales hizo detener por tal motivo a Franz Ritter que había luchado en el frente en una milicia anarquista. A los cuatro meses de su detención, Ritter fue liberado por presiones del partido socialista suizo a cuyas juventudes pertenecía. El asunto tuvo un epílogo judicial en Suiza a principios de los años cuarenta.
En Schweizer Spanienkämpfer in den Fängen des  NKWD –  Peter Huber 1991






- Edi Gmür. Abril de 1937. Le 12 avril 1937, le milicien zurichois Edi Gmür, en permission du Groupe international, découvre le Bar Scandinavia en compagnie de son copain Emil « Miggel » Kummer : « J’étais aujourd’hui avec Miggel au Barrio Chino. Il y a fait la connaissance d’une Suissesse (zurichoise) qui y tient un bar. On est bien chez elle. Nous sommes rentrés tard à la maison. » Il y retourne le 1er mai : « Chez Käthy. C’est désormais notre “mère”. » Mais elle doit rapidement fermer le bar pendant « les faits de mai », ne le rouvre que le 6. Quand le Batallón de Choque, dernier avatar du Groupe international, est dissout à la fin juillet, les Suisses vont naturellement dormir chez « Maman » Käthy. Ils y discutent de l’éventualité de rester en Espagne, de rempiler, des manières de partir, des risques qu’ils courront en Suisse à leur retour. Deux d’entre eux au moins rejoignent les Brigades internationales : Jacob Aeppli (qui sera tué peut-être par les staliniens, vers la fin de l’année) et Franz Ritter.
[…] Après le départ de son mari, Zita Gmür va travailler un an au Bar Scandinavia, sous la protection de la tenancière, et se lie avec plusieurs miliciens.
En: Grupo de trabajo de los Gimenólogos (http://gimenologues.org/spip.php?article205)





- En el libro Barcelona, mayo 1937 (C. García, H. Piotrowski, S. Rosés ed. Edit. Alikornio 2006) hay una reseña biográfica de Käthe Goedel-Römer. Se menciona que “trabajaba en el bar Escandinavia de la calle Migdia 16, una taberna que alquilaba habitaciones y lugar de reunión de los internacionalistas de habla alemana, regentada por Ingwald Inlaeken. En noviembre de 1943, su hermana Lina Mettauer escribió a las autoridades suizas solicitando ayuda para Käthe que estaba en la prisión de las Ventas  (Madrid) desde hacía 34 meses. […] En abril de 1944, Käthe continuaba en prisión; a partir de esa fecha no se dispone de más información”.





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-Fonda alemana. Aparece en una serie de reportajes del periodista Bartrina en La Publicidad  sobre la emigración alemana en Barcelona (13, 14, 15 y 18 de abril de 1934).  Bartrina no da el nombre del establecimiento. La denomina fonda alemana, señala que se encuentra en la calle Mediodia  e indica que en la misma recalan muchos de los vagabundos alemanes que llegan a Barcelona.
“El gran quarter general dels falsos i d'alguns dels veritables refugiats politics a Barcelona  s’aplega i resideix en aquest carrer tan miserablement acolorit del darrera les Drassanes que porta el nom de Migdia. Qualsevol vagabund alemany que arreplegueu a Barcelona us dira que viu a la Fonda Alemanya del carre del Migdia. Aquesta dita Fonda no és mes que una taverna i casa de dormir on per rnitjá d'un retol  descolorit  a la porta s’anuncia el preu dels llits: "Camas, betten, a 6o céntimos.  L'amo és catala, i com a bon catala és un home trempat i forçut. No és, doncs, alemany ni té cap parentiu amb  alemanys”.  […]

L'amo de la Fonda fa la seva feina completament absent a tot el que es parla i s'amanyaga al seu entorn. La seva muller, catalana també, collabora amb ell en alló que tan sols els
interessa: el farciment del calaix. […]

A la casa, que és un dels pocs llocs inedits, curiosos i acolorits de veritat que encara resten al nostre barri xines, no s'en estatgen mes que estrangers de Centre Europa. La nostra pobrissalla
no hi va, puix que els sembla que no son a Barcelona. Els rétols, els avisos, els preus, tot, o está
escrits en alemany o be en bilingüe. […]

El cuarto y último articulo de Bartrina incluía una carta del que se daba a conocer como dueño de la fonda alemana, de nombre Carmelo Juan ,  quien se quejaba del tratamiento de Bartrina dado a su fonda, en particular a la circunstancia de que hubiese alojados homosexuales y pederastas en la misma. Señalaba que la mayoría de alemanes que albergaba habían sido remitidos por el cónsul de Alemania y la  asociación de beneficencia de Alemania.





No termino de entender  la existencia de dos casas de dormir en la calle Mediodia,  -una calle corta, en un plano del año 1933, el número más alto de la calle es el 23-,  con una clientela que en ambos casos es casi por completo alemana,  casi por  las mismas fechas y con referencias donde quien menciona a una de ellas no menciona la otra. El Bar Scandinavia y la Fonda “Alemana”.


Claro que hay datos sobre una y otra que  parecen indicar que no se trata del mismo local.  La discrepancia es completa en lo que hace al  nombre del dueño. Carmelo Juan en el caso de la Fonda Alemana, Käthe Goedel-Römer en el del Bar Scandinavia.  Aunque Goedel-Römer no siempre es señalada como dueña del Scandinavia,   en Barcelona, mayo 1937 su condición es la de trabajadora del local.

Que Carmelo Juan y su mujer, ambos catalanes, tengan una fonda con clientes de habla alemana, abre el problema de averiguar en que idioma se relacionan con ellos. Es posible que tuviesen empleado algún trabajador de procedencia alemana  ¿Käthe Goedel-Römer?. ¿sería Käthe una trabajadora de Carmelo Juan y la fonda y el bar Scandinavia  el mismo local?

Carmelo Juan indica en su carta a La Publicidad que la mayoría de las personas que alojaba le eran remitidas por el consulado alemán. Entre los años 1933 y 1936, el consulado alemán, en manos de personas afines al régimen hitleriano, no podía tener tratos con un local donde se reuniesen personas opuestas al nazismo  y las referencias al bar Scandinavia son de personas relacionadas con las milicias anarquistas, con el DAS alemán o con las brigadas internacionales, pero  ese “tropismo” del cónsul nazi y de los anarquistas por la calle Mediodia sucede en momentos distintos; la fonda alemana en 1934, el bar Scandinavia a partir del inicio de la guerra civil.  No se puede descartar que se trate del mismo local.

Edito (junio 2017): En el Anuario Riera-Bailly de 1936, aparece un Carmelo Juan en el número 14 de la calle Mediodía  que tiene una casa de dormir.

 ¿Hay dos locales en la calle Mediodía, uno al lado del otro, que tienen una clientela casi exclusivamente alemana o se trata del  mismo lugar? ¿se confunden quienes ubican el Bar Scandinavia en el número 16 o se equivoca el Anuario Riera con el número 14, o todos están en lo cierto?
 
Para complicarlo más, una nota en La Vanguardia en 1932, informa de las denuncias por amenazas que Frederich Felimann,  súbdito alemán,  presenta en el juzgado contra varios compatriotas suyos que le han amenazado de muerte si el denunciante daba malos informes de ellos. Se nos informa que Felinmann es dueño de una casa de dormir en la calle Mediodia.


"Albergue alemán" (Deutsche Herberge). Aparece reseñado en una nota a pie de página del libro Antifascistas alemanes en Barcelona (1933-1939). El grupo DAS: sus actividades contra la red nazi y en el frente de Aragón. Dieter Nelles et alii. Edit SINTRA. 2010.  El gerente del local se llamaba Wirtz y sería detenido en agosto de 1936 por miembros del DAS como agente nazi. Lo situan en el "barrio chino".
 
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Otros alemanes y centrooeuropeos relacionados con la calle Mediodia:

- Margaret Michaelis.  Nacida  Margaret  Gross  en Austria en 1902. En 1930, en Berlin, conoce a Rudolf Michaelis, arqueólogo del Museo Estatal de Berlín. Rudolf era un destacado militante anarquista. En 1932, Margaret viaja a Barcelona  donde trabaja para la AC, la revista del GATCPAC (Grup d'Arquitectes i Tècnics Catalans per al Progrés de l'Arquitectura Contemporània) que publica sus fotografías del barrio chino, fotografías que ilustran esta entrada.

Vuelta a  Berlin,  su marido Rudolf es detenido por los nazis, y tras quedar libre ambos huyen a Barcelona.  Se da por sentado que al llegar a Barcelona se alojaron en un piso de la calle Mediodía.  En 1934 se separaron.  Margaret se dedicó a la fotografía abriendo un estudio Barcelona (Foto-Studio, calle Rosselló 36, y más tarde Foto-Elis, en República Argentina 218) y Rudolf trabajará como  restaurador del Museo Arqueológico de Barcelona.  Rudolf se intergrará como uno de sus lideres en el grupo de alemanes del DAS.


Durante su viaje a España en 1932, Margaret Michaelis se instala en la calle Mediodía: « Mis mejores amigos en Barcelona eran los marineros alemanes y los vagabundos. En la calle Mediodía hay una fonda al lado de la otra. En las fondas se puede dormir por 0,20 o 0,25 marcos la noche. Ellos vivían allí, pero yo vivía en la mejor fonda del barrio, en la que casi sólo se hospedaban alemanes. Allí vivían vagabundos, personajes arruinados, la mejor parte de los marineros y músicos pedigüeños. Éramos una sociedad selecta, y uno se acostumbraba tan deprisa que ya no se admiraba de formar parte de ella. » (en: Grupo de trabajo de los Gimenólogos (http://gimenologues.org/spip.php?article205)). 
 
 










- Clara y Paul Thalmann  en sus memorias sobre los fets de maig: Erwin Wolf, en la época secretario de Trotski, había llegado a Barcelona y necesitaba hablarnos urgentemente. El encuentro tuvo lugar en un oscuro bar del Barrio Chino. Tres personas nos esperaban: Erwin Wolf, su mujer y el español Munis. (Barcelona, mayo de 1937. Pag. 119)-





- Eugen  Fokannas Geler y Gaspar Brugger.  “Han sido detenidos por el rondín encargado de la vigilancia de extranjeros, Eugen Fokannas Geler, de 21 años de edad, natural de Stutgart, y Gaspar Brugger, de 36 años, natural de Lucerna.
Ambos tenían como domicilio en Barcelona una casa de dormir de la calle del Mediodía, no conociéndoseles oficio alguno para poder ganarse la vida. Los dos tienen pasaportes en regla de sus respectivas naciones; pero no han
cumplido con la ley española, que les obliga a inscribirse en el registro de extranjeros del Gobierno Civil”. – La Vanguardia 13.10.1933

-  Frederich Felimann. “Ante el Juzgado de guardia ha presentado una denuncia Frederich Felimann, súbdito alemán, contra varios compatriotas suyos que le amenazaron de muerte si el denunciante dada malos informes de ellos. Frederich Felimann es dueño de una casa de dormir de la calle del Mediodía”. La Vanguardia. 10.09.1932



- Isak Aufseher. Nacido en Kúty,  Ucrania,  en 1905. En 1928 se instala en Berlin donde se afiliará al Leninbund, una escisión izquierdista del partido comunista alemán. En 1993,  tras la subida de Hitler al poder, emigra;  primero a Paris, más tarde a Barcelona. Llega a Barcelona con su compañera Margot Tiertz. Montan un kiosko en la Rambla de Santa Mónica donde venden publicaciones contra el régimen hitleriano. Expulsados de España a petición del cónsul alemán, a principios de 1936 regresan a Barcelona. Formó parte del DAS.



 *Todas las fotografías son de Margaret Michaelis, tomadas en el Barrio Chino
 
 "Un día por la tarde, en Barcelona, cogí mi pequeña cámara Leika e hice una incursión por el barrio Chino. Allí encontré a mis amigos, los tramposos de las cartas. A su alrededor, una gran cantidad de gitanos y cómplices. ¡Valía la pena sacar una foto! Hice una con rapidez y preparé 1a siguiente, pero ya me habían visto. Todos me miraron con cara de pocos amigos, pensaban que debía ser una chivata de la policía y que haría uso de las fotos en su contra. Adoptaron todos una actitud amenazante. El fulero tramposo se levantó de inmediato y empezó a gritarme: "Ya nos has fotografiado?". "No, acabo de empezar, pero me habéis descubierto demasiado pronto". Tres de sus cómplices saltaron hacia mí: "¿Qué quieres de nosotros? ¡Lárgate y no te dejes ver más por aquí!". Me reí compasivamente de ellos y me fuí. Pero ya no pude trabajar con tranquilidad en la calle del Mediodía". Margaret Michaelis: fotografía, vanguardia y política en la Barcelona de la República,

sábado, 7 de marzo de 2015

¿Por qué murió El Pernales en la calle San Ramón?

Pudiera ser que la información que ofreció la policía sobre el enfrentamiento armado que tuvo lugar  el día 24 de diciembre de 1920 en el Barrio Chino fuese cierta.  
Pudiera ser, por tanto,    que todo hubiese empezado  como una disputa entre dos grupos de pequeños delincuentes enfrentados por diferencias en el reparto del botín que conseguían haciendo de trileros en las cuatro esquinas, el cruce de las calles Migdia y Cirés con Arc del Teatre.



Pudiera ser que fuese cierta, aunque cabe sospechar  que  la circunstancia de que  la mayoría de la prensa –y la totalidad de la de Barcelona-  limitase  a esa información oficial la noticia del suceso tiene algo que ver con el hecho de que dicha prensa estaba en Barcelona sometida a la censura previa. Antes de editar había que pasar por el censor. 

El caso es que para tratarse de una simple riña de tantas como debía de haber en el entonces distrito V,  cabe decir sin forzar el adjetivo, que el resultado fue desmesurado: 6 muertos y varios  heridos. En el número de heridos nunca se pusieron de acuerdo, ni tampoco, como ahora veremos,  en el número y nombre de los muertos.  

La policía, policía dirigida por Arlegui, un hombre de Martinez Anido,  se encargó de subrayar desde el primer momento  que aquello que había terminado en una escabechina no tenía nada de social, a los conflictos entre la patronal y los sindicalistas se los calificaba de sociales,  y que  era el  resultado de una querella  entre maleantes.

Martínez Anido, cada vez que aparece su nombre relacionado con alguna muerte en la Barcelona de los primeros años veinte del siglo pasado, tiñe esa muerte de sospecha sobre su causa.  Recordemos unos pocos datos  que pueden dar alguna luz sobre una historia que aún no empiezo a contar.




 Martinez Anido,  que ya en calidad de  gobernador militar de Barcelona tuvo una participación decisiva en la huelga de la Canadiense sacando las tropas a la calle, había sido nombrado gobernador civil de Barcelona en noviembre de 1920,  unos días antes del suceso que nos interesa.





                                              Fuerzas del ejército durante la huelga de la Canadiense. 


Martinez Anido, muy próximo a los intereses de la burguesía catalana, y con plena libertad tras ser designado gobernador civil  para  impulsar cualquier iniciativa que tuviese la finalidad de terminar con el  enconamiento del conflicto entre empresarios y la CNT que desde la huelga general de 1917 ya había causado varias decenas de muertos,     tomó medidas en varias direcciones para terminar con la fuerza de la CNT. 

Se disolvió el sindicato obrero;   se detuvo a  sus dirigentes, muchos de los cuales fueron trasladados al presidio de la Mola en Mahón,  junto a ellos también encarceló y trasladó a La Mola a un joven concejal que como abogado se había destacado en la defensa de  varios sindicalistas, de nombre Lluis Companys;  se declaró la censura previa de prensa;  el sindicato Libre, creado poco antes, fue llenado con  pistoleros que se enfrentaron a tiros con los activistas de la CNT; se potenció el Somatén,  una milicia para proteger el orden público y los intereses de las clases bienestantes.  
Los muertos de uno y otro bando pronto  dejaron de ser noticia al convertirse en algo cotidiano. 

En enero de 1921 se aprobó por el consejo de ministros la conocida como “ley de fugas” que dio mayor cobertura legal a la policía que asesinaron a numerosos sindicalistas con la excusa de que conducidos como presos, habían pretendido escapar.  Ese año 1921 en que se aprobó la ley de fugas,  hubo más de doscientos atentados terroristas en Barcelona, la mayoría contra sindicalistas. A la salida del gobierno civil de Martínez Anido, en octubre de 1922, se contaban en más de doscientos los sindicalistas muertos y se había descabezado el sector radical de la CNT.  

El 24 de diciembre de 1920,  cuando la balacera que nos interesa sobresaltó al Barrio Chino, Martínez Anido llevaba poco más de un mes en el cargo de gobernador civil y aún no se había aprobado la ley de fugas, así que cabe la posibilidad de que las declaraciones de la policía, a cuya cabeza se encontraba Arlegui, un hombre de Martínez Anido, se correspondan con la realidad.

Si La Mina era la gran taberna del Barrio Chino al decir de Francisco Madrid en el número 1 de la publicación El Escándalo, la calle Migdia era la calle principal del barrio. 
Allí donde confluían desde los obreros que malvivían en los cuartos sin ventilación de las casas leprosas,  a las prostitutas que llenaban los muchos centros de comercio de la carne, los travestidos que dominaban las noches de la calle Cid y Perecamps, los vendedores de la coco, como se conocía a la cocaína, los trileros,  pequeños delincuentes, gentes que se buscaban la vida. 
La calle Migdia al modo de un agujero negro chupaba las vidas de quienes quedaban varados en sus aceras sin capacidad para volver a salir a flote.  En el año 1920,  la zona aún se conocía con el nombre de barrios bajos, El Escándalo no aparecería, y con su primer número la denominación por Francisco Madrid de Barrio Chino, hasta el año 1926.

Vayamos a la mañana de aquel día 24 de diciembre.

En las conocidas como cuatro esquinas, allí donde Arc del Teatre se encuentra con la unión de la calle Migdia y Cires, casi el centro geométrico de los barrios bajos, la parte del entonces distrito V por debajo de la calle Conde del Asalto y ahora Nou de la Rambla, se solía jugar a “los pastos”, un juego con tres cartas que aún hoy practican los trileros en las Ramblas, con  la finalidad de desplumar a los incautos. Para ello,  un grupo de pequeños delincuentes  organizaba toda una estrategia, con  un ingenuo que mostrándose manifiestamente torpe ganaba al que repartía las cartas y daba a entender que entrar en el juego era una buena inversión y con otros vigilando y que avisaban cuando aparecía a lo lejos  la policía,  de regular numerosa en la zona.



Dice la policía que la mañana del día 24, ese grupo de delincuentes,  en el lugar donde usualmente timaban a los incautos mediante el juego de “los pastos”,  se puso a reñir, quizá por el reparto del botín conseguido,  y  de las palabras pasaron a los hechos  sacando las pistolas y  disparándose entre ellos.  

Uno de los delincuentes cayó muerto  y el sargento de los cuerpos de seguridad, Fernando Navarro, que por allí rondaba,  dándose cuenta de lo que sucedía,  hizo sonar el silbato propio de su dotación de agente del orden. Silbato que fue oído por otros agentes,  uno de ellos José Algarra guardia municipal,  que prestos acudieron al lugar. 



Los delincuentes abandonando su disputa dirigieron las armas a los policías y al tiempo que les disparaban se dieron a la fuga. Un grupo de ellos tomó el camino del Arc de Cires y pasó a Conde del Asalto. A partir de  ese momento, la crónica periodística,  que es un trasunto literal de la información que proporciona la policía,  cual si del ojo de una cámara de televisión se tratase, sigue a ese grupo de delincuentes y abandona su interés por los que cabe suponer que huirían en otras direcciones de los que ya no volveremos a saber nada más.  

Llegados que fueron los delincuentes a la calle Conde del Asalto,   torcieron a la derecha hasta llegar a la calle San Ramón que remontaron hasta el número 13 donde intentaron refugiarse en el interior de una tocinería.  Entraron, volvieron a salir de inmediato  disparando a diestro y siniestro,  y el sargento Navarro que los seguía se olió que uno de los pistoleros bien podía haberse escondido en la tocinería. Así, que  entró en la misma y, en efecto, allí  dio con El Pernales, uno de los jefes de la banda, parapetado tras el mostrador,  al que abatió a disparos de su arma, mientras se defendía de los tiros de El Pernales.  
Murió este último y el sargento Navarro tuvo la fortuna de salir del lance solo con una herida en la mano. 




En la calle San Ramón, los agentes del orden se encontraron con la ayuda de un sargento de la comandancia de artillería que al ver el fregado acudió  presto en socorro de la partida de perseguidores  y golpeó con su sable a uno de los que huían,  a resultas de lo cual el delincuente cayó al suelo.  Cuenta la policía que en el suelo, el delincuente  se revolvió y disparó al  sargento, de nombre Pascual Ancho Marcuello, sin alcanzarle  pero la respuesta del malhechor obligó al militar  a golpear de nuevo con el sable al caído, una vez más y otras tantas,   porque fueron varios los golpes que con el sable le propinó en la cabeza. El rifirrafe terminó con la vida del delincuente.




Terminada la batalla, los heridos –malherido alguno de ellos-,  fueron trasladados a la casa de socorro de la calle del Marqués de Barberá.

El lance terminó con cinco muertos que a los tres días se convirtieron en seis al fallecer otro de los guardias herido de gravedad.

Esta es la relación de fallecidos:

Tres agentes del orden muertos:

Juan  Sanchez Martinez, natural de Albacete, de 43 años y guardia de seguridad. Ingresó malherido 
en la casa de socorro y falleció poco después de ingresar en el Hospital de la Santa Cruz que por aquellos años aún se encontraba en la calle de Sant Pau.



Antonio Valero, guardia de seguridad, que murió de herida diversas, una de ellas en la región precordial y otra en la región torácica.

Fernando Sanchez Mateo,  de Lorca, Murcia. Herida en vacío derecho de pronóstico muy grave.  Trasladado al Hospital de santa Cruz.  El día 27 de diciembre falleció.  

Una niña de seis años, Carmen Fernández Ibáñez, de seis años de edad, y avecindada en la calle Arc del Teatre que murió por los efectos de una herida de bala en la región lumbar, ingresando ya cadáver en la casa de socorro.

Antonio Roda, que es el nombre de El Pernales, con varias heridas que muere ya en la tocinería o, la prensa discrepa en este caso, al poco de ser trasladado a la casa de socorro.

Y, por último, una persona de nombre Luis Dufour, al que cada periódico apellida el primer día de un modo diferente, Fitur, Figur, Dafur, Dafour… pero que terminan coincidiendo en que su verdadero apellido es Dufour y del que sabremos por declaraciones posteriores de sus hermanos que no se trataba de un delincuente sino de un obrero en una empresa de esterería y miembro de la CNT. También conoceremos que en el bolsillo del gabán de este fallecido se halló un cargador de pistola.

Estos son los seis muertos y ahora volveremos sobre ellos.

Asimismo hubo varios heridos de los que solo conocemos el nombre de tres: Fernando Navarro, el sargento que como conocemos por la información de la policía con su silbato dio inicio a la persecución policial y que dio muerte a El Pernales. 53 años, natural de Huesca. Fue herido por una bala en la muñeca izquierda.

José Algarra, guardia municipal, que quedó hecho un cristo con varias heridas en el abdomen, amén de otras tantas en muslo, hombro, brazo y nariz. Los primeros días, la prensa informó en alguna ocasión que había fallecido, lo que no fue el caso.

Jose Marsillach, de 48 años, de Lérida,  agricultor, pasaba por allí. Heridas  en cuello, y maxilar. ¿Qué haría un  agricultor de Lérida en una zona tan conflictiva de Barcelona? Conociendo el ardor de alguno de mis paisanos no es preciso consultar la güija para suponer que quizá su presencia en el lugar tenía que ver con el propósito de aliviar el vientre de penas, el bajo vientre.  



Contamos y recontamos y no encontramos a un muerto. Aparte de los tres muertos miembros de las fuerzas de seguridad, y de la niña de seis años,  aparecen otros dos fallecidos: El Pernales, y Luis Dafour de quien no sabemos que heridas tenía, donde fue herido y por quien.

Del relato de la policía,  queda patente  que hubo  tres muertos del grupo de supuestos delincuentes: el primero de ellos, en la riña en las cuatro esquinas, donde empezó la refriega.  Es un muerto necesario para la explicación policial porque justifica la contundencia de la intervención de las fuerzas de seguridad. Sin un muerto en las cuatro esquinas, malamente puede explicarse la respuesta armada de los policías y el hecho de que hubiese muertos entre los policías y entre los vecinos del lugar. Así, que de creer la versión policial, ahí ya han un muerto.

Un segundo muerto a manos del sargento con el sable, al que hieren  en la cabeza, esos pormenores de los golpes de sable en la cabeza no cabe explicarlos por fabulación del sargento de artillería,  el sargento tuvo que actuar y lo hizo del modo más contundente, y, tercero,  El Pernales en la tocinería. Hay tres muertos y solo dos cadáveres. De hecho, cuando días más tarde son enterrados los delincuentes, el número de muertos continúa siendo dos.

¿Qué informaciones se le escapan a la prensa a pesar de la censura previa?  Son informaciones que recoge la prensa madrileña.  Nadie, salvo la policía y la prensa cuando por razón de la censura hace de vocero de la policía, menciona el juego de cartas y la riña desencadenada por diferencias con el reparto del  botín o por desavenencias entre los diversos miembros del grupo de desaprensivos dedicados a esquilmar a los incautos que se aventuran por el lugar.

El periódico La Voz de Madrid, se hace eco de la información que se censuró al Noticiero Universal, que informaba que Pernales era un sindicalista de la CNT, que el día anterior en la calle Montserrat había apuñalado a una persona del sindicato libre y la riña fue la consecuencia de que  compañeros del apuñalado habían ido a buscarlo y a saldar cuentas. Al  verse herido, Pernales salió de estampida y  fue entonces cuando los guardias de seguridad fueron tras él.   
Asimismo,  La Voz, recoge otra posibilidad. Relaciona el tiroteo en Arc del Teatre con la muerte un rato antes, en la calle de la Boquería de un miembro del Sindicato Libre a manos de la CNT.  Ese comando de acción de la CNT al pasar por Arc del Teatre encontrarían casualmente a El Pernales y le dispararon por ser un renegado.  Algarra, el guardia de seguridad, que los seguía desde la Boqueria,  intervino.

ABC de los días 26 a 28 da varias versiones de lo sucedido. Al igual que La Voz, menciona la supuesta relación del tiroteo con la muerte poco antes en  la calle de la Boqueria de una persona del sindicato libre. Es una versión en la que insiste uno y otro día.  Señala que Luis Dafour era miembro de la CNT y que quizá lo que hubo fue una agresión de Luis Dafour, al parecer miembro de un grupo de acción de la CNT contra El Pernales que de ser miembro de la CNT había pasado a ser un confidente de la policía y miembro del sindicato libre.  

La Acción, otro periódico de Madrid,  del día 27, con los mismos datos que ofrece ABC,  es quien más elabora la  hipótesis de la relación entre el muerto de la calle Boquería y los disparos en Arc del Teatre.  
La noche del 23, El Pernales apuñaló a un sujeto de la CNT en la calle Montserrat. 
El día 24, un grupo de acción de la CNT disparó y mató a un miembro del sindicato libre en la calle Boquería y salió huyendo. 
Al pasar por Arc del Teatre, se dieron de bruces con El Pernales de quien conocían su anterior militancia en la CNT y que ahora formaba parte del Sindicato libre y  le dispararon con el ánimo de terminar con su vida. De ahí la muerte en las cuatro esquinas  de Luis Dafour.  
En sucesivos días, La Acción elabora más la hipótesis y explica que mientras miembros de la CNT y El Pernales se disparaban, Fernando Navarro en su condición de agente del orden, sopló su silbato a cuya llamada acudieron Fernando y Juan Sanchez, Antonio Valero y Algarra   lo que provocó que  los que reñían huyeran.

Esta es una hipótesis que no explica la razón por la que El Pernales, miembro, de creer a La Acción y ABC, del sindicato libre, en lugar de ponerse a disposición de la policía para detener a los miembros de la CNT que habían asesinado a un miembro de su sindicato poco antes, huye de la policía, y perseguido por esta, se esconde en la tocinería, dispara contra el sargento Navarro y muere por los balazos que le propina el sargento.

Continua escamoteado el muerto del sargento de artillería con el sable. ¿Dónde está y quien es esa persona? ¿por qué no aparece? ¿Quién lo ha visto? 

No tiene el menor sentido lo que cuenta la policía desde el principio: una riña entre dos grupos de delincuentes que termina con tres miembros de las fuerzas de seguridad muertos y otros dos heridos, uno de ellos malherido. 
No tiene sentido la versión que ofrecen ABC y La Acción, que es una versión que censura el gobierno civil de Barcelona y si se censura es porque  señala que contra lo que dice la policía si se trata de un episodio de un conflicto social.  
No tiene sentido que huyeran los supuestos delincuentes por Arco de Cires cuando por cualquiera de las otras tres opciones de salida  que permiten  las cuatro esquinas , la posibilidad de desviarse y perder de vista a los perseguidores es preferible.

En mi opinión,  hay que descartar con toda seguridad la versión policial,  puesto que aparece un muerto de los grupos de acción de la CNT y otro de los muertos al menos  había sido miembro de la CNT y quizá –o no- miembro en ese momento del Sindicato Libre. Descartar supone, por otro lado, abandonar la idea de la falta de profesionalidad de la policía. De seguir con la misma, tendríamos que aceptar que detener a unos delincuentes de poca monta, se salda con tres muertos de la policía, una niña de seis años asimismo muerta,  y varios heridos entre los paisanos que tuvieron la desgracia de cruzarse en la trayectoria de las balas, y  entre los policías, alguno muy grave como Algarra.  Pero hay más, en un suelto de La Vanguardia del día 30 se nos informa del sepelio de El Pernales y, de esto modo lo califica la nota del periódico, Luis Dafour, v ¡¡¡compañero del anterior!!!.

Decía Sherlock Holmes que cuando todas las opciones han sido descartadas, la que queda por improbable que parezca por fuerza ha de ser cierta, y descartadas la opción del choque entre delincuentes y  la opción de un El Pernales miembro del Sindicato Libre y muerto a manos de un policía, la opción que queda es que lo que sucedió es el resultado de una encerrona de la policía a un grupo de acción de la CNT. 
No hubo tal muerto en las cuatro esquinas porque, ambos, El Perales y Dufaur huyeron del grupo de policías que les iba cerrando el paso y no les quedó otra vía libre que la que ofrecía Arc de Cires.  

Eso explica que El Pernales muriera por disparos del sargento Navarro puesto que el objetivo del operativo era terminar con su vida y la de su compañero Dufaur. Y cabe suponer que el muerto por golpes de sable en la calle San Ramón sería el propio Dufaur. 


Ay, especulaciones!. A saber con qué fundamento. 

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*Todas las fotografías, salvo las del ejército durante la huelga de la Canadiense cuyo autor es Branguli,  proceden del número de 5 de enero de 1921 de la revista Mundo Gráfico. De una de ellas se conoce el autor, Badosa. Es la fotografía de las cuatro esquinas.  La caricatura de Anido es de Picarol y celebra su marcha del gobierno civil en 1922. Fue publicada en la Esquella de la Torratxa.